martes, 28 de septiembre de 2010

Un día con los lustra botas de Cliza, Bolivia

La ONG Audiovisuales Educativos trabaja con los niños y adolescentes trabajadores de Cochabamba. Los niños beneficiarios del programa trabajan por su propia cuenta. La gran mayoría de ellos acude a la escuela y vive con sus padres o con algún referente familiar, lo que les distingue de los niños de la calle. De los varios trabajos que desempeñan los más relevantes son los lustra zapatos, los ayudantes en las ferias, los trabajadores de cementerio, los malabaristas en los semáforos entre otras actividades.


Según la visión institucional, los medios audiovisuales constituyen una herramienta de fortalecimiento organizacional para que los niños y adolescentes se reconozcan entre ellos y que se fomente un grupo capaz de valorizar su trabajo, de defender sus derechos y así luchar contra toda forma de explotación laboral infantil. Los medios audiovisuales son también una poderosa herramienta para que se socialice la realidad de los niños y adolescentes trabajadores que sigue sufriendo numerosos prejuicios.


Las fotografías que se presentan aquí han sido realizadas mientras una sesión de trabajo con los lustra botas de Cliza (provincia de Cochabamba) durante la cual se trataba de entrevistar a los pasantes sobre el tema del trabajo infantil.


Si en muchos casos estos niños han salido a trabajar por necesidad familiar, muchos resaltan que su lugar de trabajo también es un lugar de diversión donde pueden establecer relaciones amistosas. A pesar de trabajar, siguen siendo niños. Trabajo y diversión no son incompatibles y son parte de una misma realidad para estos chicos.






La Honduras post-golpe

Casi nadie habla de lo que sucede en Honduras un año y medio después del golpe de Estado. Unos 90 países reconocen ahora oficialmente el gobierno de Porfirio Lobo.

Sin embargo, en el panorama político actual se encuentran las mismas caras, más o menos, que antes del 28 de junio del 2009, ya que todos los protagonistas del golpe gozan de la amnistía. Uno de los casos más relevantes es sin duda el nombramiento del ex jefe de las FFAA, el General Romeo Vásquez, como Presidente de la controvertida empresa de telecomunicaciones Hondutel.

Lo que sí ha cambiado y que se ha hecho visible durante la crisis, es la movilización del pueblo hondureño del cual más del 60% vive en situación de pobreza. Defendiendo solo los intereses de una minoría, el sistema político “democrático” que se ha venido implementando desde fines de los años 80, nunca ha logrado ganar la confianza de la mayoría de pobres

Más allá de lo que sigue igual y de lo que ha cambiado, sería hacerse cómplice de la censura oficial ocultar lo que vuelve a pasar.

Hoy, la impunidad manda en Honduras contra los miembros del Frente Nacional de Resistencia o contra cualquier ciudadano “sospechoso”. Los asesinatos, las detenciones y las amenazas “perpetrados con el modus operandi de cuerpos paramilitares”[1]característicos de los años 80, son denunciados desde la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los DDHH[2] hasta las organizaciones hondureñas de defensa de los Derechos Humanos. El Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) registró, tan solo entre junio y octubre del 2009, 4234 violaciones a Derechos Humanos[3].

Muy pocas informaciones filtran a fuera de Honduras respecto a lo que sucede. Con el estreno del documental “Quién dijo miedo”, se conmemoró tristemente el primer aniversario del golpe[4]. Frente al silencio de una Comunidad Internacional que se conmovió en junio de 2009 por un golpe que recordaba los tiempos más oscuros de la historia de Latinoamérica, es deber de cada uno informarse, socializar y denunciar la situación dramática en la cual se encuentran los Derechos Humanos en Honduras después de un año y medio de atropellos.




























[1] Informe “Cifras y rostros de la represión”, COFADEH, Octubre 2009, p.16


[2]Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre las violaciones de los derechos humanos en Honduras desde el golpe de Estado de 28 de junio de 2009, Marzo 2010


[3] Informe “Cifras y rostros de la represión”, COFADEH, Octubre 2009, p.11


[4] “Quién dijo miedo, Honduras de un golpe”, Carlos Del Valle/ Katia Lara, Honduras-Argentina 2010

lunes, 27 de septiembre de 2010

La matanza de Tamaulipas o hasta donde lleva el ciclo de la impunidad

El narcotráfico y el inagotable flujo de migrantes con rumbo a Estados Unidos representan dos de los
mayores desafíos que afronta México. El 24 de agosto, la matanza de Tamaulipas develo que estas dos realidades ya solo forman una.


Mas allá de la indignación y las promesas del sector oficial, hacen falta acciones concretas. La desaparición de los “indocumentados” es un hecho que se denuncia de forma recurrente en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en México. Según los testimonios de los migrantes, no es nada raro que los policías sean testigos y se queden pasivos ante una escena de secuestro; cuando no son cómplices de ello.

El problema migratorio en esta parte del mundo es muy complejo ya que sintetiza muchas de las heridas que sufre Centroamérica; la pobreza, el tráfico de armas, drogas y la problemática criminal de las maras, entre muchas otras.

El esfuerzo realizado conjuntamente por las autoridades mexicanas y estadounidenses en contra del narcotráfico, parece producir sus efectos, pero no tal como se los esperaba. Estas acciones afectan a los grupos de narcotraficantes, reduciendo sus recursos económicos y complicando el reclutamiento de personas para este delito. En tal caso, los migrantes sin defensa se han convertido en una fuente de dinero y una mano de obra fácil.

Lo cierto es que a pesar de todas las limitaciones oficiales y de los múltiples riesgos que enfrentan los migrantes en el camino, ellos siguen emprendiendo el viaje hacia el Norte. Negarse a brindarles un mínimo de protección en el camino con el pretexto de que sería una incitación a la emigración en los países de origen ya no es una postura válida. Lo que sucede en México constituye una emergencia humanitaria absoluta. Al salir de su país, los migrantes no pierden su condición de seres humanos y tienen derecho a que se los brinde asistencia cuando su vida este en peligro.

El episodio de Tamaulipas representa solo una pequeña muestra de lo que sucede a diario en México. La falta de voluntad política sumada a la ausencia del Estado en esta zona hace que estos hechos se repitan. Cabe preguntarse si está entre las metas de los gobernantes cambiar esta situación, mientras tanto la población migrante seguirá sufriendo las consecuencias.